Familia Empresaria: Certezas e Incertidumbres
- Mgtr. Claudia Alejandra Martinez
- 14 feb 2018
- 3 Min. de lectura

En la familia empresaria, las relaciones entre padres e hijos y entre hermanos son también relaciones societarias. Bien lo saben aquellos que atraviesan conflictos en la familia que se ven reflejados en la empresa, y cuando las relaciones societarias trascienden la oficina y se trasladan a la mesa familiar. Desde nuestra experiencia reconocemos que “es lógico que haya conflictos, porque la relación familia – empresa no es una relación simple. Las relaciones familiares son conflictivas en sí mismas, aún más cuando los hijos crecen, forman sus propias familias y empiezan a tener sus propias manera de encarar el mundo y los negocios. Los conflictos son con recurrencia conversaciones no dadas y omisiones intencionadas que abordados prematura y correctamente brindan y potencian oportunidades de futuro.
El cuadro se vuelve aún más complejo cuando ambas generaciones conviven en la gerencia de la empresa. Allí, en los que respecta al traspaso generacional, las soluciones se traducen en el concepto de improvisación: “consiste en ir cediendo espacios a los hijos donde puedan medir sus capacidades, donde generen méritos y entusiasmo. Ellos van a crecer en esas gestiones, poco a poco van a lograr sentirse seguros, tomar más compromisos y ganar nuevos escenarios y desplazarnos así a los mayores. Sino usamos una estrategia diseñada, al jugar con toda la empresa los conflictos se vuelven más grandes. Por eso es importante aclarar que los conflictos de las familias empresarias tiene solución en tanto generemos, asumamos y practiquemos ciertas reglas”.
– ¿Por qué es tan difícil el traspaso generacional?
En primer lugar, porque los mayores no percibimos el paso del tiempo en nuestro rendimiento operativo. La cara negativa de la experiencia es que tenemos una respuesta para todo pero no asumimos que el mundo cambió y las preguntas son otras; de todo creemos tener una respuesta atrasada por la experiencia que tenemos. A veces no sabemos hacer tan bien las cosas pero queremos seguir haciéndolas. Así, vamos perdiendo capacidades y queremos seguir ocupando los espacios. Y los hijos, sucesores, en vez de mostrarnos en cifras que esos espacios que manejan están bien cuidados por ellos, a veces son avasallantes-impertinentes sólo por lograr autonomía; y como lo que vemos no nos da tranquilidad no queremos dejarlo, y ahí se presenta el conflicto: círculo visioso. Es importante saber que los hijos son una gran oportunidad siempre y cuando jóvenes y mayores vemos espacios de provisoriedad que nos den tranquilidad. De cualquier manera, no es fácil el retiro de los grandes, de echo ya es un término en desuso y se han generado nuevos conceptos como el de "mentor" que capitaliza la experiencia y aportes de quienes tienen una visión transitada en la realidad de la historia, pero los hijos nos empujan al ser más eficientes, y no hay nada más gratificante que vernos superados por ellos. De allí que la forma es que nos demuestren que cada vez son más efectivos, que nos desplacen con capacidad. Así es un placer ceder espacios, para no caer en una inseguridad y correr riesgos. Sucesión y Mentoría son dos espacios sinérgicos en la Familia Empresaria y en la Empresa Familiar.
- Del otro lado están los hijos, con sus ansiedades, temores e inexperiencia…
Lo importante es que no intenten "tomar" la empresa en su totalidad, sino que gestionen espacios de provisoriedad donde desarrollar sus capacidades y medir sus resultados. A medida que crecen en su gestión, los hijos notan que tienen mérito en el negocio y van accediendo a otras cosas, tienen más control. Si en cambio se precipitan a ejercer la dirigencia sin la experiencia necesaria, simplemente porque van a ser dueños o porque creen que la edad les da derecho, a todo el sistema le da mucho miedo; y es lógico que nos pase porque se corren riesgos. A veces quien generó la empresa desaparece de golpe, fallece o ya no puede manejarla, y como todavía no alcanzó a transmitir sus conocimientos, los hijos toman decisiones que ponen a la empresa es riesgo.
En síntesis clave: es vital encontrar y/o generar espacios en común, de aprendizaje recíproco..., En general los fundadores tenemos la empresa encarnada; tenemos todo mezclado. Nos callamos la boca cuando nos hablan de estrategia, de finanzas y de logística, porque son cuestiones que ya conocemos, en otros términos, que tenemos mezcladas en nuestras cabezas y que logramos combinar con equilibrio. Los hijos tratan cada cuestión por separado, llaman a cada cosa por su nombre y las simbolizan en términos que nos cuesta comprender. Por eso es tan importante encontrarnos en un espacio común, lograr un diálogo analógico que todos podamos entender con facilidad, porque hablamos lo mismo, sólo que de diferentes modos”.
La familia empresaria es quien al profesionalizarse logra diálogos fructíferos cuyo primer logro es generar un lenguaje común con términos transgeneracionales... vamos juntos por ese desafío?
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